domingo, 20 de marzo de 2011

De Antonio Marín Albalate




Él era el poeta de la sombra que el alma refleja.
Él cantaba con los dedos los minutos infinitos;
y  a su paso, las aceras fecundaban palabras que renacían.

Las tardes censaban huesos de poemas que morían,
y  de los abisales poros de su escuálida figura,
manaban brotes de metralla de tangencial escritura.

Disparaba su verdad por la boca del corazón,
fonemas tal rosas negras de un jardín olvidado,
que daban sentido a su exonerada autoría de pasión.

Yo le veía planear como cuervo en la noche,
abonando el entorno de sutiles y deseables espectros,
de femeninos contornos, aferrados a su atormentado silencio.

Desgarrando el tejido profuso de su lenguaje,
fertilizaba los vientos con férreo propósito,
y con la seda de sus ojos, celaba lo efusivo de su fluido poético.

Anhelo la estructura geométrica de su discurso
de la quebrada noche sin luna y cercenado lamento.
Era el tiempo de las plazas, de las ninfas, de los sueños.

Fueron páginas prendidas por los mitos del deseo,
gritos de la sangre en los párpados púrpura de otros muertos,
trazos de hambre que pusieron yugos a los reos de la carne.

Era la adolescente sicario de la muerte,
la razón de la siniestra sombra de sus noches vacías,
ocultando bajo el cielo de su piel, su perimetral agonía.

Pero los tiempos dieron paso a otros asuntos
desde las largas y frías noches de nacidos y difuntos,
savia nueva y velívola nave hacia otros mundos inquietos.

Brotaron veleidosas ramas de un onírico futuro,
y calculé la mirada hacia otro firmamento.
Cuestioné mi lógica sin medida y asesiné todo síntoma de sueño.

Se hacen ya siglos espinosos los días yermos,
y  letales las horas que se ahogan en vanos pensamientos.
Ya quiero escucharle y sentir la tormenta de sus insondables versos.

Quizás un día vuelvan las plazas a ser nuestro destierro.
Quizás regresen las ninfas con la boca de caramelo…,
o  tal vez  aquellas tardes, o aquellos mundos que de él recuerdo.








1 comentario:

  1. Querido Arturo, acabo de ver tu denso poema a mí dedicado... No sé qué decirte, es un detalle que no merezco. Gracias!!!
    Tengo una llamada tuya perdida por ahí, tan perdido yo de mí como ando...
    Y tengo la certeza de que tenemos que hablar compañero del alma...

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