domingo, 20 de marzo de 2011

Era lo azul contra el hastío




Era lo azul contra el hastío.
Su desnuda piel contra la mía
La asíntota perfecta de la locura
en su dulcísima y deshecha boca

El gemido frágil
sobre la noche silente

Yo que bebía de sus ojos tristes,
y que en ella me hundía profusamente,
entre labios carnosos y entregados,
hasta su océano ígneo insondable

La caricia dolorosa
El susurro de la carne.

Yo moría por vivirle,
por prenderle y contagiarle
de pasión voluptuosa
¡Qué rosa de sangre cercenaba el aire!

De su boca nacíó la noche
cuando el silencio apuñaló la tarde.

Cayeron hojas desde su pecho,
en sus ojos impregnables
se prendieron dagas  
de tanto mirarle.

… de tanto mirarle.  




                           

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