domingo, 20 de marzo de 2011

La mazmorra





Si deslizaba mi figura por tu geografía, carcelera…
era porque un hechizo de tus ojos secuestraba los míos.

Yo incauto me enamoraba de tu mirada que,
a pesar de hacerme piedra en su jardín oscuro,
hundía inocente mi lengua en engañosa miel.

Comprendí cuando era tarde, mi carcelera,
que las rosas de tu boca eran carne de mazmorra.

Comprendí, que no podía desnudarme de tu cuerpo,
cuando una mañana sin tus pechos buscaba la salida y,
entonces la cera de mis manos fundía por tus  poros.

¡Mazmorra de moras y cerezas este muro de tu boca!
¡Mazmorra, carcelera, hondo gemido que me atormenta!
¡Mazmorra, este vacío vientre que solo ha de parir deseo!





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