domingo, 20 de marzo de 2011

Cuando pienso en ti





Cuando miro los campos,
el  viento azotando los trigales,
y las nubes desgarrándose entre las cumbres,
desangrando su salvaje furia
de crepúsculos ardientes…,
veo tu boca de grana prendida,
tus ojos únicos de océanos inmensos
y devoradores abismos de lujurias astrales.

Quiero morder de tus labios el magma de tu coraje,
cuajado de noches y estrellas luminosas,
mi amor de los juncos y los castillos,
de las murallas de fuego en las ciudades,
de los gritos de los ojos,
de la sangre de los amantes,
de la memoria de los cielos
y el corazón de los titanes.

Decirte que te quiero no solo es el impulso
ni la llama que de mi salen.
Decirte que te quiero es el grito de la boca
de un corazón sangrante,
prendido entre los fuegos de dos astros abisales.

La nada me persigue porque todo lo poseo.
El día me acosa porque tengo tus mañanas.
La noche me odia porque tengo tus estrellas.

Yo, que me hundo en tu boca profusamente,
navego por tu piel con las yemas de los vientos.
Me siento libre de oscuros pensamientos
desgranando silencio,
derramando besos sin apenas tocarte.
Con la pluma de los sueños vuelo en tu pecho
de frutales deseos, amor.

Tú sé tu cuerpo;
siente su forma perfilada
por mis dedos encendidos
hacia húmedos abismos.
Sé de tu boca,
de tu alma insondable,
de tu inconmensurable amor
que me inunda el corazón y lo desborda;
de tu risa,
de tu brisa,
de tu olor purpúreo,
de tu mirada sibilina,
de tu infinito deseo.

El mar está furioso porque tengo su secreto.
Los amantes  me envidian  porque tengo tu amor.
El desierto me hostiga porque tengo tu humedad.

Decirte que te quiero no solo es el impulso
ni la llama que de mi salen.
Decirte que te quiero es el grito de la boca
de un corazón sangrante,
prendido entre los fuegos de dos astros abisales.






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