No sé qué hago aquí,
en este lugar de losas
blancas que nunca termina,
como una diminuta
mancha negra del infierno
en este sórdido cielo que
no comprendo
Esto es un entierro,
donde yo soy el que
vela y el difunto es otro sueño
Quiero correr y
alejarme,
pero mis pies son de
hierro
Frente a mí hay un
espejo
con alguien confuso
adentro
“No sé si soy el poeta
o tu reflejo” –me dice
“No sé qué hago aquí en
este blanquísimo silencio”
“¡Escúchame!” –me sigue
diciendo
“¡Arráncate ese árbol podrido
cuyo fruto son los sueños
y libérame de una vez
de este maldito cementerio!”
“¡Que quiero estar a
ras del mundo y sentirme contigo entero!”
Del árbol oxidado, una
cometa onírica se ha desprendido
de su hilo viejo y cansado
Al despertarme… un
helado sudor mojaba mi cuerpo
Encendí un cigarrillo
Miré hacia la ventana
Todo para mí parecía
nuevo
en este pretérito
presente nacido
de un aparente presente
sueño
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