miércoles, 13 de abril de 2011

A veces





A veces no encuentro el momento de refugiarme
como ese reloj luminoso que cuelga tras la ventana
donde sueñan las horas en que no existo: yo voy por su lluvia
No soy más que una lengua que se muerde la memoria
y que día a día se va deshaciendo entre sus propias ironías o,
verdades a medias que retengo en este corazón sin hombre
Porque dejó de vivirme aquella por quien yo moría
hasta en las horas más húmedas que resecaban los ojos
Así cada latido es un hachazo que lleva sangrante su nombre
un golpe lacerante con el que siento su mirada homicida
mientras el alma se va muriendo silenciosa sin ella y por ella
Porque la quise y lo repito aunque se descarnen mis tejidos
aunque me sienta ladrido de perro por una herida que no cura
Ahora busco la nada en cada cosa que acaricio y que toco
porque su recuerdo me persigue con su filo de tristeza
para sesgarme el último aliento que me queda de su boca
Por eso soy el cretino desidioso que desde el espejo me culpa
No, no encuentro el momento de refugiarme, a veces






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