Llevo a los hijos que
me arrancan,
como pulsos angustiosos
y sangrantes
Y silenciosos me
apuñalan los minutos
derramando lágrimas que
se guardan
Siempre es bella la
vida con sus ojos grandes
cuando están a mi lado
dibujando los días,
con sus manos pequeñas
y sus risas anchas
Llevo a los hijos que
me apartan,
como faro en la noche
desesperado
buscando su luz en las
tinieblas
de este mar de horas
que se nos muere
Yo les tengo por el
alma jugando y riendo
mientras dolorosas las
estaciones se marchan
Aunque el invierno de
la distancia aún me hiele
y en mi solitario destino
me quiebren el corazón
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