… y entonces Dios se
sentó sobre una gran roca
y contempló la vida que
había creado
Pero la vasta gloria de
su inteligencia le pesaba más
que la inconmensurable carga
de todos sus años
Posó una parte bajo la fría
sombra de sus manos
y un animal curioso lo
creyó suyo como divino regalo
Sin más, aquél simio
payaso de ambición construído
Usó esa brizna de
gloria para entre los suyos abrirse paso
Así y entonces, Dios desde
el todo arrepentido
le llamó hombre y le
dejó en el olvido y el fracaso
El simio homicida que
lleva al hombre consumido
El mismo que en el
presente somos, nacidos de un ocaso
El hombre que mata al
hombre por el ego enardecido
El mismo que lleva
dentro la cínica sonrisa de aquél simio payaso
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