lunes, 10 de octubre de 2016

Cuando tú no estás





Tú no estás por mis manos… no
Pero puedes volarme por los dedos
Yo puedo tocarte
Y tocarte es… acariciar la lluvia caliente
que funde la nieve de mi lengua
Es respirar el aire febril de los latidos
Los pétalos umbríferos y abiertos de una corola
El elixir quemante garganta abajo
en una búsqueda desesperada de naufragio

No… tú no estás por mi boca
Pero puedo sentirte caracoleándote en los labios
Y derramándote desnuda desde un relámpago,
como una catarata silenciosa en la jungla oscura
O cuando despiertas entre rugidos aterciopelados
y mi aliento exacerbado y profuso se hunde
en la copa carnosa de un sueño celosamente guardado

Tú no estás por mis ojos, no
Pero veo tu frágil ausencia sobre gemidos indefectibles
Felinamente reptando por el vicio de mi sombra
Retorciéndote en la seda en que se vierte la luna
empapada en un gozo eterno de dulce ferocidad




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