lunes, 19 de septiembre de 2011

Soñándonos






Amada mujer de mis febriles noches
de verde, azul y luminosa mirada
Mis dedos expresos sobre tu piel nevada
recorren caminos que el corazón comprende
Eres la mar, la bahía, la luna entregada
Jardín delicioso de azules anocheceres
Eres mujer y en mi cuerpo el agua
Nívea concupiscencia por mi boca tatuada
Mi sangre de tu sangre
Mi mirada de tu mirada
Fuego firme en la tundra que profundo reclama
Profusa llamarada y un gemido de panteras
en la nocturna jungla de los espejos prisioneras
En el corazón de la noche ciega
estos cuerpos dolorosos que se suman y,
con el grito del alma se nos despiertan




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