Amada
mujer de mis febriles noches
de
verde, azul y luminosa mirada
Mis
dedos expresos sobre tu piel nevada
recorren
caminos que el corazón comprende
Eres
la mar, la bahía, la luna entregada
Jardín
delicioso de azules anocheceres
Eres
mujer y en mi cuerpo el agua
Nívea
concupiscencia por mi boca tatuada
Mi
sangre de tu sangre
Mi
mirada de tu mirada
Fuego
firme en la tundra que profundo reclama
Profusa
llamarada y un gemido de panteras
en
la nocturna jungla de los espejos prisioneras
En el corazón de la noche ciega
estos cuerpos dolorosos que se suman y,
con el grito del alma se nos despiertan
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