Un elefante azul vivía en
un hombre
Ardía en sus ojos lo
eterno de Sangri-La
Cuando lloraba, una
lluvia de cometas caía
sobre los bosques nevados
de Dharamsala
Cuando cierro los ojos y
le pienso sin mí…,
el gran yak de sedas rojas, encendido cabalga
por la tundra boreal del
Cachemira
con ruta a la profecía sin aberrar la mirada
Caminaba el dalái lama en
estelas de hojas
por un sueño de pétalos y
mariposas flamas
sobre la pátina húmeda
del bronce envejecido
en las cúpulas de los
templos bajo la lluvia blanca
Un elefante azul y su
memoria larga…
Paisajes de vino y sangre
y un volcán adormecido
Su infancia era el devenir en
el silencio del río
Silencio en las altas
cumbres del alma
Y en su penar la nave triste de velas ajadas
por las sirenas aladas de
todos los naufragios
más allá de la tierra del pájaro de fuego
donde prenden los amores sus flechas amargas
Un cisne que canta su
dolor en el horizonte
le recuerda la luna roja
de Sangri-La
llorando luciérnagas y
abejas sobre las flores
en un cielo de antiguos dioses que soñaran el mar
Un elefante azul vivía en un hombre
Ardía en sus ojos lo eterno de Sangri-La
Un elefante azul vivía en un hombre
Ardía en sus ojos lo eterno de Sangri-La
Allende los tigres de nieve descansan
Sobre las doce llaves de la humanidad
Sobre las doce llaves de la humanidad
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