La luna del agua vino a
visitarme
Me habló derramándose con
plata entristecida
Con lágrimas blancas se
sentía
Abandonada en el cielo y
desconocida
La que fue centinela de todos
los arroyos
La que danzaba en las
ramas de los árboles nocturnos
La que cantaba su nana luminosa
a los ríos florecientes
La que abrigaba el canto de los cisnes taciturnos
La diosa desnuda que
lloraba palabras a los poetas
La que tejía colores en
los lienzos de los visionarios
La musa blanca de los pintores
con la lluvia en la maleta
La novia abandonada en la
soledad de los escenarios
Se sentó en la orilla
cálida de mi playa imaginaria
Me contó su desventura o
el olvido de los otros
La que nunca envejecía me
lloró siglos en los brazos
Y mirándome a los ojos se
despedía con un beso de su luz