He
visto sueños desvanecerse
en
la espiral metálica de las sonoras cuerdas
por
rendir el corazón a otros designios
olvidando
la voz y su latido en viejas maletas
por
estaciones que nunca existieron
A veces me abandonaba
en el viento
En su arpegio de nieve
y amargura
En su cello lluvioso y solitario
En su panal de tristeza
y dulzura
Tal vez el tiempo en torbellinos
de tierna piel, vino y
guitarra
De piedras que sueñan
los caminos
De amigos cosechando en
el alma
Tiempo de ninfas
aliquebradas
sudando hiel de las
aceras frías
Tiempo de musgo sobre
los labios
hasta el frugívoro beso
de rebeldía
Tiempo adolescente que cayó
desnudo
como fruta caliente preñando
la tierra
Y llegó la música sin
pentagrama
a darme el oficio que
tiene la yedra
He
visto sueños desvanecerse
en
la espiral metálica de las sonoras cuerdas